Autores:
Aimé Tschiffely
El archipiélago de Tierra del Fuego reúne historias fascinantes. La lejanía, el fin del mundo, su descubrimiento tardío, las costas salvajes, el clima feroz y las etnias que lo habitaron prepararon el terreno para que llegaran personajes de distintas partes del mundo. En 1886, cuando el misionero inglés Thomas Bridges, superintendente de la Misión Anglicana en Ushuaia, renunció a su cargo, se trasladó hacia el este y fundó la estancia Harberton, la primera de Tierra del Fuego. Uno de sus cinco hijos se llamó Lucas. Luego de vivir algunos años en el casco de la estancia, se instaló en un pequeño rancho a algunos kilómetros hacia el este, en la bahía Cambaceres. Allí trabó relaciones estrechas con los Onas pueblo de quien luego se convertiría en amigo y defensor. Aprendió de la cultura, conoció las tradiciones de los nativos y les habló en su propia lengua. Valiéndose de su ayuda, trazó un extenso sendero que cruzaba bosques, turba y montañas, y llegaba al norte de la isla. Más tarde, esa huella sirvió para trasladar el ganado de un punto al otro. Alentado por su amigo Aimé Tschiffely, Lucas Bridges contó su propia historia en El último confín de la tierra, que con el tiempo se convirtió en un clásico de la literatura fueguina. En El hombre de la bahía del pájaro carpintero, Aimé Tschiffely —autor del célebre Mancha y Gato— narra las aventuras de Lucas Bridges, la relación con los nativos, los días en Tierra del Fuego y, también, los años posteriores a su vida en el lejano sur, aportando información que no se encuentra en El último confín de la tierra y que, sin duda, le confiere un valor extra a la obra. Esta es la primera vez que este libro se traduce al español.